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PRIMER TALLER DE MUSICOTERAPIA ORGANIZADO POR LA ESCUELA DE MÚSICA DE ALFAFAR

 

El pasado 11 de febrero de 2017, se llevó a cabo en el salón de actos del CIMA el primer taller de musicoterapia organizado por la Escuela de música del Centro Instructivo Musical de Alfafar.

 

El taller que estaba dirigido a niños/as con edades comprendidas entre los 4 y 7 años fue impartido por Yolanda Quintana Uceda, músico-terapeuta, pedagoga y educadora infantil con más de 10 años de experiencia en la educación musical.

 

La actividad de una hora de duración, se realizó con dos grupos divididos por edades ( de 4 a 5 y de 6 a 7 años) y tenía un aforo máximo de 10 niños/as por grupo para poder trabajar así de forma más cercana y personalizada con ellos.

 

Muchas veces se piensa en la musicoterapia únicamente como una disciplina aplicada al ámbito médico que se utiliza para tratar enfermedades y dolencias o como técnica de relajación pero lo cierto es que esta actividad tiene un gran número de beneficios no solo a nivel médico sino también a nivel educativo, fisiológico, creativo, etc.

 

Mediante el uso de la música y sus componentes (melodía, ritmo, silencios…) permite estimular el aprendizaje tanto de adultos como de niños/as de una forma lúdica, mejorar la memoria, trabajar las emociones estimulando el desarrollo emocional y afectivo, fomentar la creatividad, la comunicación y expresividad y además permite tener un mejor conocimiento de uno mismo y del propio cuerpo que favorece no solo el desarrollo de la autonomía sino también el crecimiento personal.

Mediante el uso de la música y sus componentes (melodía, ritmo, silencios…) permite estimular el aprendizaje tanto de adultos como de niños/as de una forma lúdica, mejorar la memoria, trabajar las emociones estimulando el desarrollo emocional y afectivo, fomentar la creatividad, la comunicación y expresividad y además permite tener un mejor conocimiento de uno mismo y del propio cuerpo que favorece no solo el desarrollo de la autonomía sino también el crecimiento personal.
 
Siendo el Centro Instructivo musical de Alfafar junto con su escuela de música uno de los muchos agentes sociales (colegio, familia, tradiciones, entorno…) que participan en el aprendizaje y el proceso educativo de los niños/as de esta localidad y debido a todos los beneficios que tiene la musicoterapia se realizó este taller en el que mediante una serie de actividades y juegos los niños/as aprendieron a reconocer y gestionar las emociones, a resolver conflictos y a desarrollar la percepción auditiva y táctil de forma lúdica.
 
El taller empezó con la presentación de todos niños/as del grupo con dos juegos. El primero consistía en presentarse cantando la canción “Hola, hola ¿como estas?, vengo un ratito a jugar. Dime como te llamas tu. Quiero invitarte a cantar” al ritmo de las palmas y diciendo las sílabas de su nombre mientras golpeaban un pandero. En el segundo de los juegos, los pequeños/as tenían que moverse y caminar siguiendo el ritmo de la música clásica que sonaba de fondo y chocar las manos entre ellos a modo de saludo.
 
Presentación con el pandero
Presentación con el pandero
 
Con estas dos actividades Yolanda Quintana consiguió romper el hielo y hacer que todos los participantes se conociesen entre sí de forma divertida y original mientras jugaban.
 
Después de la presentación y utilizando música de violín y dos imágenes en las que se mostraba una cara que estaba alegre y otra que estaba triste, los niños/as tenían que reconocer si la melodía que estaban escuchando era alegre o triste y escoger la fotografía que mostraba la emoción correspondiente.
 
Los niños/as reconocieron que al inicio la música del violín que interpretaba la melodía era triste y estaba interpretada solo por un violín mientras que cuando sonaba el violín acompañado por otros instrumentos como el clarinete y la guitarra la música que sonaba era alegre. Debido a esto razonaron que al principio el violín estaba triste porque estaba solo pero cuando sus amigos la guitarra y el clarinete se unen a él para tocar la melodía el violín se pone contento por eso la música sonaba alegre.
 
Reconociendo las emociones
 
Tras esto se aumentaba la complicación del juego y con ayuda de unos pañuelos de colores los participantes tenían que escuchar la música que sonaba de fondo y hacer con ellos gestos o acciones que les recordasen a los sentimientos que les transmitía la melodía (miedo, enfado, cariño, tristeza).
Por ejemplo cuando la música les recordaba al enfado lanzaban el pañuelo al suelo, y con la música de miedo se tapaban la cara con el pañuelo para imitar a los fantasmas.
 
Representamos las emociones que la música transmite
 
Además el grupo de participantes de 6 y 7 años debido a que eran más mayores también trabajo la expresividad y reconocimiento de emociones jugando con un cubo lleno de imágenes de emoticonos que el grupo debía utilizar para reconocer y señalar la emoción que uno de los niños/as estaba expresando o representando.
 
Reconociendo y expresando emociones.
 
A continuación gracias a la utilización de la música, unos cascabeles y un cuento los niños/as asistentes al taller trabajaron la atención y comprensión lectora y aprendieron sobre resolución de conflictos, la gestión de las emociones y la importancia de compartir con los demás.
 
En el cuento, dos hermanos discutían cada día por ver quien de ellos conduciría el trineo de camino al colegio. Los pequeños/as debían pensar en una solución que hiciese que los hermanos dejasen de discutir y estar enfadados entre si. Como solución decidieron compartir el trineo y turnarse para conducirlo.
 
Cuando al contar la historia el trineo estaba en marchar los niños/as debían hacer sonar los cascabeles que tenían en las manos para imitar el sonido del trineo.
Cuento con cascabeles
 
La última de las actividades consistía en hacer cosquillas y dar o recibir caricias con unas plumas mientras sonaba música de fondo. Con ello se desarrollaba y trabajaba la confianza en los demás, la relajación a través de la atención a la respiración y la percepción táctil.
 
Una vez relajados los asistentes tenían que explicar que les había gustado más
de este juego, hacer cosquillas o recibir caricias con la pluma.
 
Relajación con música y plumas.
 
Para finalizar el taller ambos grupos de asistentes recordaron todas las actividades y juegos que habían puesto en práctica mientras esperaban a que sus pares les recogiesen para ir a casa y se despidieron cantando la canción “Ya la clase termino, y me voy a marchar, otro día de estos, vuelvo a invitarte a cantar” y tocando el pandero para decir adiós.
 

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